Quería traer una noticia que me llamó mucho la atención ayer por la noche cuando regresaba a casa del trabajo. La Generalidad de Cataluña le ha dicho a una mujer de, creo recordar, 101 años, que no le corresponde ningún tipo de ayuda hasta el año 2013, instante en el que cumplirá 105. Y se han quedado tan anchos.
Pero lo que el locutor y director del programa La Linterna de la Cope quería realmente reseñar, y así lo hizo en su exposición inicial, es la perdida del respeto que las sociedades tenían hacia sus mayores. Y no es más que la constatación de la más absoluta degradación y degeneración de un pueblo, que perdido el respeto y la veneración hacía quienes les dieron la vida, cuidaron y enseñaron siendo niños, pierden toda moral y capacidad de reflexión y regeneración, pues la putrefacción de sus cimientos es de tal magnitud que son muchos los esfuerzos que se necesitarán, y más de una generación, para poder recuperarse.
En las sociedades antiguas, en colectivos como el gitano, o en pueblos que han sabido conservar sus raíces más ancestrales y no se han llenado de complejos absurdos, la figura del Abuelo, del hombre mayor y sabio, sigue representando el eje central de las familias. Es consultado para las tomas de decisiones importantes, sus palabras siempre son escuchadas y el respeto que se les brinda es digno de elogio.
Pero cuando una sociedad pierde de tal manera como la nuestra ese respeto, ha perdido una parte importante de su historia y su moral. España así lo ha hecho, y uno de los factores principales que así lo demuestran es la edad en la que muchos de nuestros representantes llegan al poder.
Equivocadamente, nos alegramos cuando vemos diputados, alcaldes o consejeros jóvenes. No, no es el momento de ellos, los cargos de responsabilidad no deben ser tomados al asalto por gente joven, ni tan siquiera de 30 o 40 años, pues la mirada reflexiva, la experiencia, la tranquilidad y el sosiego no es algo que se lleve a cuestas en esos años, y al final se toman decisiones equivocadas y llevadas por otro tipo de sentimientos.
Envidio las Naciones que tienen líderes mayores, pues ellos si tienen una trayectoria vital que les hace merecedores de todo el respeto, de la sabiduría de quien ha visto pasar por delante de sus ojos innumerables momentos, toman decisiones basadas en la historia, en la sabiduría que atesoran.
Pero a esta España nos la han robado hasta los más esenciales valores.
Pero lo que el locutor y director del programa La Linterna de la Cope quería realmente reseñar, y así lo hizo en su exposición inicial, es la perdida del respeto que las sociedades tenían hacia sus mayores. Y no es más que la constatación de la más absoluta degradación y degeneración de un pueblo, que perdido el respeto y la veneración hacía quienes les dieron la vida, cuidaron y enseñaron siendo niños, pierden toda moral y capacidad de reflexión y regeneración, pues la putrefacción de sus cimientos es de tal magnitud que son muchos los esfuerzos que se necesitarán, y más de una generación, para poder recuperarse.
En las sociedades antiguas, en colectivos como el gitano, o en pueblos que han sabido conservar sus raíces más ancestrales y no se han llenado de complejos absurdos, la figura del Abuelo, del hombre mayor y sabio, sigue representando el eje central de las familias. Es consultado para las tomas de decisiones importantes, sus palabras siempre son escuchadas y el respeto que se les brinda es digno de elogio.
Pero cuando una sociedad pierde de tal manera como la nuestra ese respeto, ha perdido una parte importante de su historia y su moral. España así lo ha hecho, y uno de los factores principales que así lo demuestran es la edad en la que muchos de nuestros representantes llegan al poder.
Equivocadamente, nos alegramos cuando vemos diputados, alcaldes o consejeros jóvenes. No, no es el momento de ellos, los cargos de responsabilidad no deben ser tomados al asalto por gente joven, ni tan siquiera de 30 o 40 años, pues la mirada reflexiva, la experiencia, la tranquilidad y el sosiego no es algo que se lleve a cuestas en esos años, y al final se toman decisiones equivocadas y llevadas por otro tipo de sentimientos.
Envidio las Naciones que tienen líderes mayores, pues ellos si tienen una trayectoria vital que les hace merecedores de todo el respeto, de la sabiduría de quien ha visto pasar por delante de sus ojos innumerables momentos, toman decisiones basadas en la historia, en la sabiduría que atesoran.
Pero a esta España nos la han robado hasta los más esenciales valores.
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